miércoles, mayo 02, 2007

Decibelios

Imagen de chiclemutante
Graciasssss!!!!!!!!!!!!!!
He estado hoy escribiendo un articulillo sobre la contaminación acústica para la bitácora del Tuto, y durante su redacción rocé apenas un tema que en ese foro no tenía objeto desarrollar: el volumen de voz que muchas mujeres usan de manera habitual para dirigirse al prójimo o a la prójima.
Más que un tema de contaminación acústica, sería este un tema de contaminación estética. Suele afectar más a las mujeres que a los hombres, por dos razones: la primera, porque tenemos por naturaleza un timbre de voz más agudo; la segunda, porque tendemos a defender nuestras razones más con el argumento que con la fuerza física, y hay señoras que piensan que los argumentos son más fuertes enunciados más alto.
Hay dos ámbitos donde, por mi profesión y aficiones, sufro especialmente los gritos de mis congéneres: el primero y principal, la piscina, ámbito que bastaría por sí mismo para un estudio sociológico: a primera hora de la mañana, hora en la que estamos en los vestuarios solo tres o cuatro mujeres trabajadoras, no hay ruido apenas: conversaciones a volumen normal, apresuradas; cuando salimos del agua, llegan a los vestuarios las señoras que pueden elegir la hora del baño: aquello se torna un gallinero: salimos informadas de los embarazos y partos de la familia de cada una, del menú previsto en sus hogares ese día, de que andan siempre corriendo y “a la lucha” (¿...?). Un griterío tremendo, desproporcionado, y no exagero. El segundo ámbito sería el del instituto. Hay chavalitas que para decir la hora a su compañera de al lado emplean más decibelios que el más sonoro de los petardos.
Decía que esto es un importante problema estético. La voz, bien modulada, es un importante instrumento de seducción. La voz envejece, como todo el mundo sabe. Hay personas, sobre todo en EEUU, que se implantan colágeno en las cuerdas vocales para recuperar una voz que suene a juventud. Las señoras que hablan a gritos acaban roncas prematuramente, suenan viejas y desafinadas. Las chicas que hablan a gritos suenan ordinarias. La voz se deforma, y supongo que el rostro al mismo tiempo, pues se le obliga a gesticular con más dureza.
Y, además, todo este esfuerzo vocálico no tiene ningún sentido. Una voz a medio volumen pero bien proyectada tiene más alcance que un grito mal articulado. De hecho, los logopedas enseñan técnicas para conseguir llegar más lejos empleando mucho menos esfuerzo.
No siempre es preciso el profesional: en la mayoría de los casos basta el sentido común.
El ruido es feo, y además afea.

martes, abril 10, 2007

El séptimo mandamiento



Leí hace unos días que Zaplana se gastó en turrón 23000 € de los contribuyentes. La verdad es que llevo leyendo sobre sus gastos de representación una semana entera, pero me cuadra, en lógica racional, que quiera ir más cómodo y se gaste 5000 del personal en un vuelo privado, que regale gemelos de oro a los figurantes como él que aún tienen el gusto de usarlos y se infle a chicles sin azúcar para paliar su evidente desaseo dental por servir mejor a todos los ciudadanos y no comer jamás en casita, que es lo bueno, que a él tanta mala vida le va a arruinar los higadillos. Pero... lo del turrón... no sé, ya me parece vicio. Semejante cifra debe dar para mucho turrón, aunque no lo adquiera como yo, a 0,50 cuando quieren largarlo todo en Carrefour. Me está preocupando mucho a mí el páncreas del susodicho, pero en verdad me preocupa más su vida eterna, que seguro no puede eludir porque es católico confeso. Y es que el séptimo pone “No hurtarás”. La verdad es que no sé si es una mala traducción del hebreo, como la del noveno (“no consentirás pensamientos ni deseos impuros”) o la del sexto (no cometerás actos impuros), pero seguro que sí, porque mi póliza de seguro del hogar no me indemniza si es un hurto y sí si es un robo, porque lo segundo debe ser más importante que lo primero. Sea eufemismo o no, el hurto se define como “sustracción sin violencia física” y lo mejor es de eso que quiero yo hablar, y no del robo, que sugiere más bien sujetos con mala pinta y arma blanca o negra en la mano.
Los que “hurtaban” eran hasta hace poco “ladrones de guante blanco”: sustraían objetos valiosos a personas a las que les sobraban.
Siempre ha habido timadores, vividores, usureros, gigolós, mujeres fatales. Cada cual en su especie, eran tolerados, asimilados por la sociedad de buen o mal vivir. Las categorías no han variado demasiado, pero se han sofisticado y publicitado hasta extremos increíbles.
Vamos con los usureros: las necesidades vitales del ciudadano occidental cada vez son más amplias. La vivienda es imposible de cara, y hay que aparentar no estar esclavizados/as por la hipoteca. Se exige a las mujeres que nos conservemos en perfecta forma hasta el umbral mismo de la muerte, y eso, aunque pongamos nuestra mejor intención en mantener la forma física mediante ejercicio continuado (que tras la jornada laboral y familiar casi ninguna quiere o puede), requiere unas sesiones mínimas de estética que cuestan un pastón (desproporcionado seguro, porque a mí me gustaría saber cuál es el coste real de un láser o una crema). A los niños hay que llevarlos a clases de casi todo: natación, inglés, taekwondo... Eso comporta en las familias la necesidad de tener no solo dos cuerpos, sino dos coches... Y muchas cosas más... Toda una cadena de gastos imposible de afrontar con dos sueldos (mucho menos con uno). Así que proliferan ahora los usureros, enmascarados en entidades de crédito de nueva generación que se ofrecen a englobar todas tus deudas en una, o a ofrecerte simplemente dinero supuestamente fácil en 24 horas. La verdad es que la banca oficial no es mucho más digna, honrada y altruista, y, por favor, huye de las tarjetas que te ofrecen amplios márgenes de crédito a cambio de tipos de interés que también te harán finalmente acudir a las reunificadoras de pagos...
Claro que Hermes protegía por igual a ladrones descarados, mendigos y comerciantes.
Por algo sería. Tampoco podemos estar pagando treinta gorrillas o vendedores de kleenex al día, para meter ya en el mismo saco de apadrinados a los pedigüeños.
Pero es que de los ciudadanos normalitos que tratan de entrar en el mismo saco de la codicia general desatada no se ocupa ningún divino patrón.
Yo recuerdo, cómo no, vosotros también, la cultura de la tapa. Te tomabas tu caña por veinte duros, no hace mucho, y tu tapa por otros veinte. Cobrábamos poquito menos que ahora. Pídete una cerveza hoy que lo mínimo es el euro. Las tapas están imposibles, la media son los dos euros. Pensar en que en muchos sitios fuera de la geografía sevillana te las ponen gratis con la bebida... Pero los hosteleros sevillanos que, como muchos de nuestros conciudadanos, creyeron vivir en Eldorado con la Expo, se quejan y lamentan amargamente de que las tapas les hacen perder dinero. Y ahora en Semana Santa comprendo que debe ser así, e incluso deben perder más todavía, porque ya dos semanas antes se nota un aumento de precios considerable: pobres, además imposible conseguir dónde sentarte en un bar en esas gloriosas fechas porque los taburetes impiden el apiñamiento en las barras, y en muchos sitios los quitan. Total, tanto turistas como capillitas llevan todo el día en pie, un rato más da lo mismo.
Los precios de la vivienda comenzaron también la espiral de violencia, perdón, la escalada expo-nencial por las mismas fechas. Y se empezó a dar un fenómeno muy contagioso: el punto de comparación para establecer el precio que se podía pedir por una casa o un piso no era lo que se pagaba, sino lo que se pedía por él. “Es que en esta zona están pidiendo por los pisos...” Y tú pensabas: “bueno, pues que pidan. Con no darlo...” Pero no. La estrategia, no adoptada por acuerdo ni conspiración alguna, sigue dando resultado: yo pido, tú pides, él pide... = yo pago, tú pagas, él paga.
Son dos ejemplos solamente. Pero sirven para llevarnos a una sencilla reflexión: se roba, perdón, se hurta a todas las escalas. No sé qué ocurriría si el que en un determinado momento critica por ejemplo a Zaplana por sus gastos de “representación” se viera en su lugar. Yo misma, por mucho que presuma de honradez, no sé si me quedaría con algo que no es mío. Pero sí sé una cosa seguro: que no me lo gastaría en turrón.
(Añadido necesario: Leo hoy en la prensa que La Fundación Lealtad detecta anomalías en la contabilidad y gestión de 70 ONG. Una lástima. pero no culpemos al colectivo ni metamos a todas las ONG en el mismo saco: en todos lados hay indeseables).

domingo, abril 01, 2007

"Cambio radical"


Sé que debería ver el programa antes de escribir esto, pero me da mucha grima, así que me he limitado a visitar su página web, que también me ha dado mucha grima. No solo por el tema, que ya sabréis los habituales que soy una “forofa” de las operaciones de estética, sino por el circo mediático que se va a montar con ellas.
Asco me dan los cutreprogramas por los que desfilan personas exhibiendo todo tipo de desgarros y miserias morales para regocijo del público que gusta de ellos. Pero para mí ya ronda lo descabellado o lo demencial lucir la propia podredumbre física en todos sus detalles... ¿para qué?
¿Para transformar el propio físico? Eso se puede hacer con suma discreción, por ejemplo, en la Dermoestética. No consiste en eso solo, entonces. Añadamos complementos circunstanciales:
¿Para transformar el propio físico de forma gratuita? En fin, no sé, se pueden presentar esas señoras (sí, “señoras”, de eso trataremos infra) a cualquier otro concurso y operarse con la pasta obtenida.
¿Para transformar el propio físico saliendo en la tele? Creo que ahí le hemos dado. El espíritu que guía a estas mujeres al presentar públicamente su miseria corporal y el hipotético arreglo de la misma es el mismo que induce a las que aparecen cotidianamente en los programas de telebasura exponiendo sus intimidades.
El programa nos lo vende así:
“un gran equipo compuesto desde (cirujanos plásticos, psicólogos, ortodoncistas, nutricionistas, estilistas, entrenadores personales, oftalmólogos, etc.) modelan los cuerpos y el rostro de los participantes, aunque lo mas importante es que los candidatos a través de las operaciones de cirugía estética se sentirán mejor física y psicológicamente, ya que este programa es exclusivo para personas que por su condición física desarrollan complejos que no les dejan llevar a cabo una vida normal”.
¿Una persona que pasa por televisión para todo esto puede llevar después una vida normal? ¿Es normal esa persona, ya para empezar? Su vida, supongo, será un escaparate a partir de ahí. Y supongo que lo sabe esa persona y, puesto que lo sabe, supongo que lo busca. Engrosar las filas de los famosillos que dan de comer a las revistas del corazón y los programas de TV equivalentes, que a su vez hacen su fortuna (¿y/o su desgracia?).
Pero “tranqui”: esas personas deben ser supernormales, no paranormales. Los requisitos para solicitar la dudosa suerte de la participación en el programa son los siguientes (según las mismas fiables fuentes):
  • Tener buena salud en general.
  • Ninguna enfermedad.
  • No depender de ninguna medicación.
  • No fumar.
  • No beber alcohol.
  • Buen equilibrio psicologico.
  • Tener buena relación familiar.
Lo siento. No me lo creo. No creo que una persona que reúna estas condiciones se presente a semejante programa. De hecho, visualizando los vídeos de las candidatas veo que su relación familiar no es nada feliz. Una mujer, por cierto, bastante mona de cara, pero simplemente gorda, quiere cambiar incluso su rostro porque dice no gustar ya a su marido. Y es una candidata aceptada. Ha superado el duro casting. Porque otra cosa que me alucina es que aseguran ellos que las solicitudes son “numerosísimas”.
¿Tan enferma está nuestra sociedad?Y peor aún: el 80% de esas solicitudes son de mujeres. Y la publicidad del programa, que en su página web asegura que es imprescindible “tener buena relación familiar” difunde mensajes como “si cambio, mi pareja no me abandonará”.¿Tan inseguras estamos las mujeres hoy día?
En la generación de nuestras madres estábamos mejor a ese respecto. Las mujeres se casaban, tenían hijos, y engordaban y se deformaban alegremente, puesto que era considerado el envejecimiento y el deterioro como algo natural.
Ahora que vamos demostrando que somos algo más que un cuerpo se produce el extraño fenómeno de que nos obsesionamos con nuestro físico. Hablo de obsesión porque no se trata del normal deseo de lucir atractiva y de un mínimo entrenamiento para conseguirlo que necesariamente ha de aunar ejercicio físico y cosmética. Hablo de comprometer la estabilidad económica, la salud mental y la corporal y, en el caso que nos ocupa (el del programa en cuestión) la dignidad personal.
Esa dependencia obviamente creciente de la mirada del macho ¿a qué se debe? La respuesta, supongo, es demasiado compleja, y yo misma no tengo una opinión bien formada sobre el tema. Sirva solo para la reflexión esta cuestión en particular.
Otra cosa es : ¿Cómo de interesantes han de ser los beneficios económicos del programa para pagar tan nutrido grupo de personal competente, tanto en el terreno médico como en el televisivo? Está claro que calculan que la audiencia será enorme. Yo os invito a no incrementarla, claro está, si pensáis, como yo, que es un programa que nos denigra como personas en primer lugar, y como mujeres de forma accesoria, pero no menos importante.
Nota: en la página en cuestión abundan las incorrecciones ortográficas, puesto que en el equipo no figura ningún corrector de estilo. Por tanto, disculpad las que veáis en los entrecomillados.

sábado, marzo 24, 2007

El día del ex-padre



Por esto de una acumulación de trabajo se me ha pasado un poquito la fecha del 19 de Marzo. Lo cierto es que en esa fecha leí una carta al director en EL País en la que un pobre padre separado se quejaba amargamente de que tal día no fuera ya fiesta, ya que por ese motivo, y por no coincidir tal día en su calendario de régimen de visitas, no podría celebrarlo con sus hijos. Decía también este señor que se había separado de su mujer, pero no de sus hijos. Si es eso cierto, enhorabuena. Siempre puede recogerlos un ratito por la tarde, seguro que tiene el beneplácito de su ex.
Por mi experiencia en temas de separados y la de mis amigas, que a nuestra edad es ya como para elaborar tesis al respecto, veo que hay como tres tipos de ex maridos, que incluyen también una tipología de “superpadre”, “padre” y “ex-padre”. Creo que no necesita explicarse mucho el tema, pero lo haré brevemente:
Superpadre: va a ver a los críos a la salida del colegio, los infla a regalos, todos los fines de semana los lleva al cine, les proporciona buenas vacaciones, llama todos los días...
Suele ser el hombre que se siente culpable de la separación, aunque no lo sea en absoluto.
Padre: Se atiene a su régimen de visitas y si hace falta que se quede con los niños, puedes contar con él. Habla con su ex de los regalos que deben hacerse por parte de los dos para no malcriarlos y, en general, no notan ellos demasiado que haya habido una separación.
Para ellos, feliz día. Se lo merecen.
Ex-padre: Parece que con su separación de su mujer incluye a los hijos. Llega tarde a recogerlos o no los recoge, los devuelve antes de tiempo, procura escaquearse en vacaciones, los fines de semana que pasan con él no salen de casa y no les hace un regalo, por pequeño que sea, ni por los Reyes Magos.
Esto último parece duro. Incluso difícil de creer. Pero se da. A mí me pasa. Ocurre cuando el individuo odia a su ex y utiliza a los hijos para hacerle daño.
Por si sale en su defensa la Asociación de Padres Separados: en esta clasificación de actitudes de los ex no influye en absoluto quién se ha quedado con la casa ni el monto de la pensión que se pasa por los hijos, ni que se haya perdido una dura lucha por su custodia (que hayan peleado por la custodia, solo conozco a uno. Se la concedieron, por cierto. pero solo a uno): conozco “superpadres” a los que sus ex han echado literalmente de casa para vivir con otro y que les pasan pensiones de escándalo; conozco “padres” normales en todas las circunstancias; y conozco “ex-padres” que, como el de mis hijos, se quedó con la casa y pasa una pensión de porquería para los niños.
Pues... feliz día del ex-padre, qué vamos a hacer. No quiso ver a sus hijos ese día. Y ya me ha comunicado que no pasará con ellos los días de Semana Santa que la corresponden. Y a sus hijos les ha dicho ya también que no cuenten con él en el verano.
Repito: feliz día del ex-padre.

viernes, marzo 09, 2007

Sobre vello facial y la enfermedad del sueño


Bicheando en una página de televenta encuentro este comentario de una usuaria acerca de uno de sus productos, la crema Vaniqa (el comentario es literal pero más amplio, el acotado y el subrayado son míos):

Por fin soluciones a un problema grave
Evaluación del producto Vaniqa por siempre_natalia

Ventajas: Realmente funciona
Desventajas: Es un tratamiento, no un capricho

Hola, amigos de Ciao:
Esta vez quiero hablaros sobre Vaniqa, una crema que supondrá una mejoría importante en la calidad de vida de muchas chicas, tanto desde el punto de vista estético como psicológico [...] dos meses y medio utilizándo Vaniqa y os puedo decir que estoy feliz. Quiero seguir esperando y viendo los resultados, pues confío en mejorar todavía más, pero por el momento estoy encantada. Finalmente os quiero decir una cosa muy importante. Vaniqa es un tratamiento, no un capricho.

No sabe bien "siempre_natalia" hasta qué punto tiene razón, y la crema que está usando para solucionar su problema de hirsutismo facial no es un capricho, sino una necesidad. Pero no para ella exactamente, ni para las muchas mujeres del primer mundo que se valen de Vaniqa para lograr un rostro sin vello (según esta mujer, “el vello excesivo en el cuerpo es un problema, pero si ocurre en la cara estamos ya ante una tragedia”).

El principio activo de este medicamento, la eflornitina, es un remedio eficaz para la enfermedad del sueño, que, trasmitida por la mosca tse-tse, representa un importante problema de salud en algunas zonas de África. Las cifras pueden impresionar: 60 millones de personas pueden contraer esta enfermedad, 500.000 la sufren y 150.000 mueren cada año. Quizás no sea una tragedia de tanta magnitud como la que menciona "siempre_natalia", pero creo que debería tenerse en cuenta.

La compañía Bristol-Myers Squibb, que comercializa Vaniqa, ha anunciado su intención de donar a la OMS durante 3 años suministros de eflornitina. Según ellos se trata de “una sustancia utilizada para prevenir el crecimiento de vello facial en mujeres y que ha demostrado ser eficaz como tratamiento de la enfermedad del sueño”.

En realidad es al revés: se trata de una sustancia que en principio se utilizaba para tratar la enfermedad del sueño. Era comercializada por Aventis precisamente para esta enfermedad, pero cesó de fabricarla en 1999. Desde entonces las organizaciones humanitarias han estado utilizando los restos, llegando a utilizar frascos caducados en su desesperación y agotándose finalmente las reservas. Gracias a que casualmente se descubren sus propiedades para eliminar el vello facial, la eflornitina vuelve a ser comercializada, esta vez en forma de crema y por la compañía Bristol-Myers Squibb. Un producto que, a pesar de salvar infinidad de vidas humanas, deja de fabricarse por no ser económicamente rentable, vuelve a las farmacias porque sirve a los intereses mucho más superficiales pero económicamente ventajosos de la vanidad de la mujer occidental.

Gracias a este descubrimiento precisamente, el medicamento vuelve a estar en circulación. Y no por altruismo, sino por evitar una publicidad negativa, los laboratorios están donando gratuitamente 60.000 dosis por año, que distribuye la OMS a través de Médicos sin Fronteras. De hecho, sus beneficios en el tratamiento de la enfermedad del sueño no se publican en la información que dan en los prospectos o mediante otros medios a las farmacias.

La verdad es que no llegué a esa página de televenta por casualidad. Partí de un reportaje publicado en El País Semanal el pasado 25 de Febrero. Un proyecto de Javier Bardem, una película en cinco episodios denominada Los invisibles, que implica a cinco conocidos directores de cine, incluye un documental titulado “El veneno de la mosca”, precisamente sobre la enfermedad del sueño. Llegué por tanto buscando la marca comercial que incorporaba el principio activo que sirve para combatirla, pero que los laboratorios prefieren emplear en combatir algo mucho más superficial, menos dañino o molesto y, sobre todo, calificado como “superfluo”.

Lo que me reafirma en mi debate interno sobre hasta qué punto las obsesiones estéticas de la sociedad occidental pueden llegar a ser criminales y, desde luego, carecen absolutamente de ética, por cuanto la vida y la piel de según qué personas llega a valorarse de forma tan diferente.

sábado, marzo 03, 2007

Prostitución y publicidad


Mi amiga Ana me ha dado pie para un tema del que quería hablar desde hace tiempo, sobre todo por dos vallas publicitarias que hieren mi sensibilidad cada día, cuando voy y vuelvo del trabajo.
Es el de prostitución y publicidad.
Pienso que, en primer lugar, la prostitución es un producto. O es un servicio, lo mismo da. Es legal su contratación o su venta, o es ilegal. Y es de suponer que es legal, puesto que ni proxenetas, ni prostitutas, ni clientes son detenidos sistemáticamente, o por lo menos multados. Subrayo “sistemáticamente”, porque hay casos en que sí: los casos en que se demuestra que las mujeres que ejercen la prostitución están forzadas a ello.
Como tal producto o servicio, está sujeto a las leyes de la oferta y la demanda. Y ahí entra la publicidad, invento ancestral encaminado a hacer que la oferta se incremente.
La publicidad de los servicios sexuales es tan antigua como la profesión más vieja del mundo. Las prostitutas en la antigüedad dejaban sus anuncios de contactos en tapias y paredes (véase los grafitos pompeyanos) e incluso llevaban grabadas en las sandalias las “S” de “sígueme” para señalar su trayectoria habitual a los posibles clientes.
Desde entonces, sin embargo, la oferta se ha diversificado mucho. La prostitución no solo se hace en la calle o en prostíbulos más o menos sofisticados. Inventos como el teléfono o Internet hacen posible acceder a estos servicios de formas diferentes, ni mejores ni peores.
Hay que tener en cuenta, además, que la demanda, con publicidad o sin ella, se ha incrementado, a pesar de la creciente libertad sexual (ese es un tema para otra entrada).
Si un producto no es ilegal, su publicidad tampoco debe serlo. Se puede limitar, pero no prohibir. No se puede publicitar el alcohol en todos los medios, el tabaco mucho menos. La pornografía no es exactamente ilegal, pero su publicidad está muy restringida. Y con la prostitución debería ocurrir exactamente lo mismo.
Personas (hombres y mujeres) que ejercen este trabajo vía teléfono o internet tienen que vender su producto mediante anuncios. Pueden estar más o menos disimulados, y en este sentido la ley debería establecer criterios claros tal como lo hace con el alcohol y el tabaco. Incluso hace unos años se podían ver anuncios de preservativos en las vallas, y supongo que han desaparecido porque los habrán prohibido. Sin embargo, los podemos ver en prensa o televisión.
Quizás no sea grave anunciar servicios sexuales en la prensa. Los teléfonos eróticos, por ejemplo, necesitan esos medios para anunciarse. Más grave es que se anuncien los prostíbulos en enormes vallas publicitarias, utilizando a veces la imagen de la mujer como objeto, como en el caso de “El jardín del diablo”. El club “Opium”, aunque aparentemente más discreto, no lo es. Con un tremendo mal gusto nos martillea los oídos continuamente en la radio, utilizando unos “actores” especialmente escogidos. En Navidades, un cateto que se va a pasar las vacaciones íntegras allí, porque “aquello está lleno de chavalas de las que nunca dicen que no” (no faltaba más, para eso están) , que se iba a gastar la paga extra íntegra en reservados Vips (cómo será el personal no Vip?) Ahora, el cateto dialoga con un tonto (alguna asociación de disminuidos psíquicos debería denunciarlos, es realmente ofensivo), que le pregunta dónde está el Opium club. Pobres mujeres las que trabajen allí, si sus Vips son todos como el tonto o el cateto.


Pero ese no es el tema. El tema es que no se debería permitir una valla publicitaria anunciando un prostíbulo con una señora con los pechos al aire. O toda la literatura de la valla del Opium. El tema es que no se sabe qué hacer con la prostitución. Ni con su publicidad. Y algo hay que hacer. Ese es el tema.

martes, febrero 27, 2007

Sobre los salvaslips y los tangas



Ante todo, preguntarme por qué se les llama salvaslips y no salvabragas a los salvaslips. Por lo menos, tanga sabemos por qué se llama tanga.
tanga (Voz tupí):
1. m. Prenda de baño que por delante cubre solo la zona genital y por detrás consiste en una cinta estrecha.
Claro que no teníamos que haber recurrido a la voz tupí: existe taparrabos. Tupíes se dice de los indios que, formando una nación numerosa, dominaban en la costa del Brasil al llegar allí los portugueses. Y, claro, tiene más glamour decir "tanga", que sugiere "mulata supermaciza"y "sensual carnaval brasileño"(lo cual pone), que no taparrabos, que hiede a "desarrapado e incivilizado negrito canijo"(lo cual inspira deseos de evangelizar), aunque sean la misma cosa.
Supongo que por el mismo motivo suena mejor "salvaslip", voz de espantosas cadencias que mezclan lo anglosajón con lo latino, que "salvabragas", que aún teniendo coherencia etimológica suena de un ordinario que no veas.
Lo que ocurre, me parece a mí, es que ya no queremos decir calzoncillos ni bragas. Que eso suena a las prendas de algodón blancas y bastorras "de cuello vuelto" que usaban nuestras madres y abuelas. "Braga" no sugiere "fina y sugerente lencería con encajes y transparencias", eso es cierto. Procuramos en todo caso decir "braguitas". Y aún así. Si podemos llevar "tanguitas" no llevamos "tangas".
No sé por qué, la verdad. El ir lo más destapada posible no es siempre lo más estético. Un mínimo "tanguita" sobre un maxiculo abultado de celulitis inspira más deseos de vomitar que de practicar el coito. A la mayoría de los hombres que conozco que son medianamente refinados les gustan más unas bragas bonitas que un cordoncito de nada. Lo que ocurre es que hay hombres que no han tenido más opción que elegir entre las antieróticas bragas de algodón o el tanga hortero. Porque, vamos a decirlo ya de una vez, el tanga es una horterada.
Y vamos a decirlo de otra vez, es incómodo. Un cordoncito metido en la vulva es una irritación y un incordio. Hay mujeres que dicen que se acostumbran. Será verdad. El ser humano es acomodaticio. pero es que, además, el tanga es insalubre. El roce del cordoncito provoca irritación, a la que el cuerpo responde con mayor producción de flujo que no tiene superficie de algodón en que ser absorbido (las braguitas de encajes, tan eróticas ellas, no suponen renunciar a esa ventaja)... y esa superproducción y omnipresencia del flujo provoca hongos e infecciones. Así es, sencillamente.
Eso encanta a los fabricantes de salvabragas, que llegan incluso a diseñar ese molesto invento para los sucintos tangas. Flujo absorbido, problema omitido. Pero no es así exactamente. Porque ocurre que...
1º.- Lo de "flujo absorbido" habría que verlo. La mayoría de los salvabragas tienden a invertir su posición, dejando el lado plastificado y pegajoso en contacto con la vulva. Eso hace unos años era mayor problema, porque no nos depilábamos esa zona, y el salvabragas había que arrancarlo, no quitarlo. Ahora no, porque casi todas las féminas se rasuran esperando que caiga la breva del sexo oral a que tan poco dispuestos están los varones. Con el resultado de que, si bien no hay que arrancarse con dolor el artilugio, sí que hay que soportar los picores del vello cuando, indefectiblemente, vuelve a brotar. Lástima pura.
2º.- Si el salvabragas llega a cumplir su función, retiene el flujo. Pero eso no es mínimamente bueno para la salud genital, por la sencilla razón de que preservar esa humedad es nefasto: seguro nido de hongos.
Vale. Entonces, ¿qué hago yo con ese tanga de la foto? Pues muy sencillo: el tanga asomando por encima de unos vaqueros bajitos de talle motiva mucho a nuestros hombres, eso es cierto. Y lo primero es lo primero.

viernes, febrero 16, 2007

SOBRE EL ÍNDICE DE MASA CORPORAL


Otra vez los medios de comunicación se han hecho eco del “gran” logro de la pasarela Cibeles. Cinco modelos han sido rechazadas por no dar la talla: no llegaban a la mágica cifra de 18 de IMC.
Parece bien que se excluya a las modelos excesivamente delgadas. Lo que ya no parece tan bien es que se considere que una modelo con un índice de 18 no lo está, porque se trasmite esa idea a la opinión pública: que 18 es un índice de masa corporal normal. Y no lo es en absoluto.
Por supuesto, todo el mundo puede saber, a poco que se informe o se lea el ticket de la báscula de su farmacia, que un índice normal es aquel que se sitúa entre 20 y 25. Pero es que 18 es una cifra muy próxima a 20. Y se puede pensar que la diferencia consistirá en dos o tres kilos. Pero es mucho más grande. Lo voy a explicar poniéndome a mí misma como ejemplo, cosa que, como todo el mundo sabe, me encanta (no penséis que es por egocentrismo, es por comodidad: no tengo que ir a investigar más lejos):
Tengo un peso, más o menos estable, de 50 kgs., y una estatura de 1,60. Mi IMC es de 20 exactamente. Hace 10 años sufrí una anorexia nerviosa, no por querer estar más delgada, pero ese será otro tema. Pues bien. Con la misma estatura, evidentemente, puesto que ya hace muchos años que no crezco, y con 40 kgs. de peso, mi IMC era de... ¡18! O sea, que una variación de dos unidades en el IMC corresponde a la quinta parte de mi peso corporal.
Con 40 kgs. yo era un esqueleto ambulante. Una modelo de 1,80 puede aumentar bastante esa diferencia de 18 a 20 en ¡15! kgs.
Por tanto, el mensaje que trasmite a la sociedad la pasarela Cibeles es muy pernicioso, a pesar de sus buenas intenciones. No son muchas las modelos que tienen que rechazar, y en cambio se consigue muy buena publicidad gratuita. Por supuesto, los medios de comunicación han reaccionado investigando a fondo si ese mensaje es correcto. ¿No?
Pues no. Todos han alabado la iniciativa sin cuestionarla lo más mínimo.
Pero no os preocupéis. La publicidad en general sigue patrocinando el modelo estético del fideo, pero no hay que pasar hambre, no, ni caer en la anorexia: basta con llamar a nuestra amiga la Corporación Dermoestética, que ahora mismo pasa un odioso anuncio en el que se ve a una vendedora de tienda tonta de ropa que le dice a una pobre clienta que no hay talla allí para ella: “quizá en tallas especiales...”.
Por cierto, en una clínica de estética de Barcelona acaban de morir dos mujeres jóvenes tras sendas operaciones de reducción de abdomen y aumento de mamas (las dos ambas cosas). ¿No son tan víctimas esas pobres mujeres como las adolescentes anoréxicas de la obsesión por el físico?

Imagen gentileza de con esta boca en este mundo, de un montaje teatral, RÉQUIEM NUPCIAL de Marta Paccamici.

viernes, febrero 09, 2007

Tópicos de San Valentín

Llega San Valentín. Si eres hombre, te encuentras ante un problema. No sabes qué regalarle a ella. No es que falten posibilidades, incluso puede ser que sobren. Pero, generalmente, los hombres lo tienen difícil para hacer regalos. Aunque sepan que a su chica le encantan los pendientes de plata, o las novelas, o le pirra echarse perfume, o le gusta la lencería o la ropa en general... pues no, no lo tienen nada claro. Un mes antes de la fecha te andan rondando con la preguntita: “Oye, ¿qué quieres que te regale por San Valentín?” Y tú, un poco mosqueada: “Pues nada” (porque lo que en verdad te hace ilusión que te dé una sorpresa). Y él insiste: “Es que yo quiero regalarte algo”, y tú “No, déjalo, de verdad”... y eso varias veces al día, arreciando según se aproxima la fecha. Si resistes puede que consigas la sorpresa. Porque él tiene tres opciones: primera, no regalarte nada, efectivamente. Sorpresa asegurada, porque tú no te imaginas que pueda ser tan miserable. Segunda, ramo de rosas. Muy romántico, pero se estropea, cada vez más pronto. Y tercero, recurre a lo que sabes que te gusta. Pero si es un libro, puede que te regale una novela romántica; si es un perfume, no recordará tu marca; si es lencería, te caerá un incómodo tanga con un liguero de esos a los que se les pierden siempre los enganches; etc. Todo, claro está, porque se recurre al catálogo de regalitos tópicos.
Yo me pedí a los Reyes una lijadora eléctrica y todavía la estoy esperando...

Si eres mujer, tampoco lo tienes nada fácil. No hay más que ver las sugerencias de Venca: viendo estas cosas recuerdo siempre los regalos que mi madre le hacía a mi padre: calzoncillos blancos, calcetines grises, pañuelos de caballero, pijamas azul clarito... todo de lo más sufridito. Invirtiendo un poco más, la afeitadora, el mechero... El panorama no ha variado mucho. Ahora por lo menos fabrican bisutería bonita para hombres, pero casi todos los colgantes y pulseras son iguales. Desgraciadamente, para los hombres hay poco que elegir, por mucho que quieras al tuyo y por mucha imaginación que tengas.
Puedes regalarle, para sorprenderlo, un ramo de flores. O no regalarle nada. Seguro que no le molesta tanto como a ti. Y además no le preguntas mil veces qué quieres que le regales. Y eso ya es de agradecer.

De todos modos, y para los dos sexos, hay un recurso genial: el argumento ese de que San Valentín esa una fiesta comercial y tú pasas de ser un/una alienada consumista. Y si de verdad quieres tener un día especial con tu pareja, prepara, encarga o invita a una cenita romántica, un ratito de deliciosa charla y unos momentos de "intimidad".
Por cierto, por si él lo lee: eso es lo que quiero que me regales, caramba, no preguntes más.

miércoles, febrero 07, 2007

Cumpleaños


Hoy cumplo 48 años, qué barbaridad. Cada vez que cumplo (a partir de los 40, claro está) me digo a mí misma y a los demás: ya soy una señora. Por supuesto que al día siguiente me he olvidado de semejante planteamiento, pero... ¿Qué quiero decir exactamente con “ya soy una señora”? Pues muy sencillo: ya puedo relajarme, ya puedo, a partir de ahora, asumir que envejezco y dejarme por consiguiente envejecer tranquila. No hacer tanto ejercicio, no vigilar mi peso, no poner un especial cuidado en mi piel y mi pelo. Una vez leí un artículo de Rosa Montero acerca de la gente obesa en el que afirmaba que las personas que se abandonan de tal modo lo hacen por un afán subconsciente de esconderse del mundo, de construirse una cárcel de carne, de dejar de esforzarse por gustar, por seducir. De abandonar, en definitiva, esa carrera continua que es el cuidar el propio físico para gustar a los demás.
Ese deseo de abandonar pienso que lo tenemos todos alguna vez que otra. A mí me ataca una vez al año, justo el día en que añado una vela más a la tarta. Lo que ocurre es que me dura muy poco, y eso por varios motivos: primero, porque para mí la vida sigue siendo una tarta y quiero seguir poniéndole velas. Después, porque no se trata tanto de gustar a los demás como de gustarme a mí misma. También porque el deseo es algo que se retroalimenta, y deseas más cuando te sientes deseada, y al desear sigues produciendo feronomas y endorfinas, y eres más vital y más feliz. También porque no se trata solo de cuidar el físico, sino de cuidar el interior, porque para la belleza es indispensable la armonía.
Por eso asumo que soy una señora, pero creo que por ahí sigue en uso una expresión que me gusta especialmente: “una señora estupenda”, que me voy a aplicar muy satisfecha ahora mismo.

jueves, febrero 01, 2007

EL AÑO A LA VISTA


Comentamos un pequeño reportaje que aparece en El País Semanal del pasado domingo, que lleva este título precisamente. Sé que soy una pesada, pero por mucho que lo intente no lo seré nunca tanto como los listillos de los entendidos que nos dan los mismos consejos diez veces al año y nos suponen a todas (que no a todos) los mismos problemas y deformidades; y, por supuesto, las mismas conductas. Por supuesto, trata de los cuidados y precauciones que tenemos que tomar durante todo el año para conseguir, esta vez sí (como todas) llevar a buen puerto nuestros “buenos propósitos”.

ENERO: No figura. Pero por lo visto, y según la Sociedad Española de Hipertensión, nos lo pasamos acumulando de dos a cuatro kilos por barba.

FEBRERO: La cara y el cuerpo: Pilates, yoga o natación se imponen tras los excesos navideños. Cremas reparadoras para rostros estresados (¿de la masticación...?).

MARZO: Labios y ojos: mimos cosméticos para salvaguardarlos de inclemencias ambientales e inoportunas (¿!) gesticulaciones.

ABRIL: Tiempo de dieta: (otra vez????????) ¿Claro, el síndrome preplaya! Si se quiere adelgazar para el verano, conviene comenzar antes (pero... ¿no habíamos comenzado ya en Febrero?).

MAYO: Atacar la celulitis: Te explican lo que es, te recomiendan un par de productos pastosos y te vuelven a recomendar ejercicio.

JUNIO: Tripa plana: Aparatología (pasta gansa cada sesión...) cápsulas y cremas que, como todo el mundo sabe, no sirven para nada más que para beneficio de los laboratorios.

JULIO: Piernas ligeras: Aparte de sugerir que estás llena de hinchazones y varices, aquí te dan un buen consejo: “ingerir grandes cantidades de gazpacho y ensaladas”. Me apunto, aunque no tenga hinchazones ni varices.

AGOSTO: Sí al moreno, no a los kilos: Pero... ¿qué kilos? ¿no llevábamos haciendo dieta desde abril? Pues no. Ahora tocan los complejos saciantes para lucir biquini sin complejos (¿en qué quedamos, con o sin?) y el eterno exfoliante que prolongará nuestro moreno... no mucho, porque según esto, en diciembre ya estamos con un aspecto deplorable. Bueno, eso las que vayan a la playa, las que no no perdemos jamás el moreno.

SEPTIEMBRE: Recuperación del cabello: hecho polvo por el sol, el cloro... claro, como todas hemos ido a la playa... y ninguna nadamos hasta Febrero...

OCTUBRE: Una escapada fuera de temporada: (aquí todas somos millonarias y además sin trabajar). Por unos 800€ de nada, balneario (sin contar viaje y si vas sola, claro).

NOVIEMBRE: Manos y brazos en forma: por lo visto tenemos flaccidez, piel áspera y forma indefinida (¿qué forma indefinida, algo así como amebas?). Pesas, ya que seguimos sin nadar, y cremas reafirmantes, tan útiles como las antimanchas para las manos (jeje...)

DICIEMBRE: Mascarillas reparadoras: por lo visto la piel del rostro acusa el cansancio y la falta de tono...

Me he entretenido en ir sumando todos los productos y tratamientos que recomiendan: calculo que una mujer típica con cartucheras, brazos de ameba, michelines, piel apagada, manchas en las manos, el pelo hecho una pena y con unos crónicos kilos de más se tendrá que gastar unos 250 o 300€ al mes en seguir hecha una pena, porque a buen seguro el año que viene darán como cierto que todas seguimos teniendo los mismos problemas.
Fascinante.

martes, enero 30, 2007

EL AMANTE IMPERFECTO


Me dices que estás libre por poco tiempo, que buscas tu mujer ideal, que casi has estado a punto de hallarla y que seguro que pronto la conocerás.
Conocí una chica, era peligrosa para mí, pero no, no será ella la madre de mis hijos. Ahora creo que hay otra... quizás, mientras...
Mientras amas con dedos sabios que han conocido muchos cuerpos, eres cariñoso y atento. Podías quedarte en alguna de las playas a las que te llevó el deseo.
Conozco bien a la mujer, a cada una, no pueden tener queja de mí, a cada una le doy lo que les gusta.
Pero tu búsqueda ¿adónde te lleva? No cesa porque quizás no existe esa mujer o es la imposible, un reto. Puede que tengan que parecerse en algo a alguien que quisiste hace tiempo.
Conozco a muchas y también comparo mucho. Seguramente sé más lo que no quiero que lo que quiero. Hay puentes que ya no voy a cruzar y no quiero equivocar el camino.
Pero también te gusta el abrazo en la cama, la caricia, la ternura...
Ahora puedo estar con una linda mujer. Soy buen amante, ella lo sabe. Ya no estoy solo, pero que no se crea nada, no quiero agobios.
No estás dispuesto a renunciar a nada, quieres amor pero no entregarte.
Sé que ella podría llegar a ser alguien especial, pero mejor que no lo sepa. ¿Y si hubiera otra ahí fuera, aún por llegar? Ahora puedo estar con esta, que me gusta y me conforta ¿para qué complicar más? Y si la tengo a ella también podría tener otra mejor, con esa sonrisa especial, más dulce, o lista, o que me mire de otra manera... de esa manera...
Quizás eres tu quien debe mirar de otra manera. Lo que sucede es que no te enamora. Le pusiste una barrera al amor y sólo te quedas en la superficie de la persona, en el físico, no llegas a conocerla.
Es verdad que no me enamora, porque ella no es para mí, realmente no es la mujer de mi vida. Ella está aún por llegar, ya la encontraré.
No la quieres conocer.
Tampoco me va mal, soy la envidia de muchos, realmente estoy mejor así.
Eres el amante imperfecto, el que conoce el arte de amar como el que más, pero te llevas lo mismo que das, no llenas, no eres real, eres una pieza más del juego del amor sin amar.