jueves, septiembre 28, 2006

LAS CRISIS DE LA EDAD


Hace unos días que esperaba yo el permiso de mi prima Mar para reproducir este artículo suyo. Y es que es sumamente jugoso e interesante. Se trata de su primera crisis asociada a la edad. Le tocó a los treinta. Pero, más interesante que esa parte negativa, es la positiva, la relación de logros asociada a la edad (que solo son treinta). Multiplicad los logros con los cuarenta y los cincuenta; Pero, sobre todo, dividid las lamentaciones.

Voy a cumplir treinta años esta semana y estoy un poco depre.

No por cumplirlos, que todavía cuando vienen los testigos de Jehová a casa me preguntan "¿Está tu mamá?" (es por los granos, fijo que se piensan que si todavía tengo sebo cutáneo no puedo pasar de los diecisiete), pero no me acaba de hacer mucha gracia.
A los veinte te marcas unos objetivos para los próximos diez años de tu vida, y cuando pasan esos diez años...te parece que no has hecho nada o no has conseguido nada. Que a lo mejor has conseguido otras cosas, distintas y mejores, o lo que querías entonces, ahora te parece una chorrada, o te das cuenta que era una utopía...pero te da cosa pensar que no estés donde pensabas que ibas a estar.
También es cierto que ya no tienes en los ojos la venda que tenías a los veinte. Que sabes cosas que preferirías no haber sabido, que han pasado cosas que nunca pensarías que podrían pasar. Que la que entonces era tu amiga del alma no iba a seguir a tu lado. Que una amiguita de los veranos en el pueblo iba a ser como una hermana para ti. Que el papón que tenías al lado no sólo no iba a ser EL HOMBRE DE TU VIDA, así, con mayúsculas, sino que ahora te entra la risa floja sólo de recordarlo. Que era verdad que las mujeres no buscamos a nuestro padre en la pareja con la que estamos, pero que SIEMPRE lo encontramos. Que aprendes a apreciar tus errores, que ya no te importa caer porque sabes que te levantarás de nuevo más fuerte que antes.
(Como veis, lo único que no se aprende es que no se puede hacer un post con un refrito de tópicos de toda la vida)
Soy más fuerte.
Soy más equilibrada que a los veinte.
Soy más consciente que nunca de que aún me queda mucho por aprender, pero ya no me inquieta.
Soy más tranquila.
Me gusto más a mí misma.
No me da tanto miedo la vida.
No le doy tanta importancia a cosas que antes eran un mundo.
No me dan reparo cosas que antes ni me atrevía a pedir, aunque supiera que tenía derecho a ello.
Tengo suerte en la vida, porque no me falta de nada ni he tenido tragedias personales o familiares como las que se ven en muchos casos, y no llevo una vida espectacular y super-fashion, pero porque no la quiero ni regalada.
Sé lo que quiero y lo que no quiero.

Pero, coño, son treinta.

BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

jueves, septiembre 21, 2006

YO QUIERO SER UNA CHICA DE MODA...

Yo quiero ser una chica de moda

llevar lo último y que te fijes en mí

estrenar trenchs faldas y botas


vestir la moda es lo que me hace vivir

No parar de viajar de París a New York

de un "look" a otro "look"

De Brindisi a Livorn

Bailando entre sedas, satenes y organdís

Yo quiero ser una chica de moda..............

Cortesía de "El Corte Inglés"

miércoles, septiembre 13, 2006

LA SEXUALIDAD A PARTIR DE LOS CUARENTA (I)


Las mujeres solíamos traumatizarnos si tras el primer encuentro sexual con un hombre este se levantaba de la cama (si ha ocurrido en la cama la cosa), se vestía y se despedía de inmediato, sin quedarse siquiera a charlar un ratito o, en pretéritos perfectos gracias a la ley de costas, echar un cigarrito. O si con tu pareja estable, tras el encuentro que para ti había podido ser frustrante o maravilloso (lo mismo da, porque en un caso necesitas cariño, en el otro comentar la experiencia), él se daba la vuelta y se quedaba dormido en dos nanosegundos.
Hablo en pasado porque a las mujeres de más de cuarenta con cierta experiencia en el asunto, y sobre todo experiencia variada, eso ya no nos preocupa mucho. Por lo menos hasta el límite de traumatizarnos. Hombre que se pone de inmediato los pantalones, sobre todo si con la prisa se olvida los calzoncillos, hombre borrado de los mapas reales y virtuales de nuestra vida. Primero, eso cada vez sucede menos según la edad aumenta, sospecho que porque cada vez sabemos más cómo comportarnos en una cama; segundo, puede que la cama en cuestión sea la del hombre y seamos nosotras las que decidimos el momento de abandonarla; y, tercero, cada vez nos preocupa más la propia actuación del individuo en el lecho.
A este respecto tengo que decir que actualmente son ellos los que tendrían que ir observando y preocupándose al límite de la angustia si ven que su compañera, circunstancial o estable, al término del coito, sale disparada y se mete en la ducha. Eso sí tiene que dar que pensar, y no que nos vistamos de inmediato y abandonemos la alcoba.
Porque eso significa que ella quiere arrancarse tu olor y olvidarse del mal rato que ha pasado. Así, sin atenuantes. Vamos, el único atenuante posible sería estar con la regla y haberse puesto perdida.
Sobre la impresión que un amante recién estrenado deja en su estrenadora (que no “entrenadora”, ni “estresadora”, hay que decir que se puede evaluar también de otra manera, y no limitarse a la insuficiente pauta de la ducha. En ella se supone que el encuentro ha sucedido en la cama de ella (no vale en la cama de él, ni en el coche, en cuyo caso habrá que remitirse nuevamente a la cuestión ducha):
Él se va (o lo echas, o lo que sea). Te levantas y cambias las sábanas rápidamente. Malo, malo... Seguramente también te duchas, pero primero las sábanas... qué asco, volver de la ducha y encontrarte, ahí, uno o más pelos suyos...
O bien te duermes, pero... al día siguiente te encuentras con los pelos en cuestión y cambias las sábanas. No sé, a lo mejor repites.
¿Y cuando te despiertas, estiras los brazos, abres los ojos y allí, justo delante, encuentras un pelito suyo y sonríes, lo coges con cuidado, incluso (en casos extremos) lo guardas de recuerdo? Oh, oh, el hombre de tu vida (aunque sea el duodécimo hombre de tu vida).
¿Y cómo evaluamos la impresión que tú has causado en él? Seguimos suponiendo que la cosa ha sucedido en tu cama:
Justo al terminar, se levanta y se marcha. Ya hemos comentado esa opción. Olvida al “caballero”. O no le has gustado, o está casado, fijo.
Se queda un rato más o menos largo. Charla, copa, quizás un bis... Se va a las tantas... Bien, puede repetirse.
Se queda a dormir. Le has encantado, te quiere. Si tú no le has echado, ya tienes pareja, que es lo que querías, porque si no... le habrías echado con algo de diplomacia, ¿no?
Se queda a dormir, abrazado a ti para más INRI. Peligro. No te lo despegas ya ni con agua caliente...
(continuará, y espero vuestra opinión)