martes, julio 18, 2006

POR FIN HABLAMOS DE LA SOJA


No he visto un anuncio en televisión que me parezca “normal” sobre esta sustancia. No los he visto todos, por supuesto, pero los que he visto oscilan entre la ejecutiva que se mueve en un mundo de hombres y, por supuesto, necesita estar “a la altura de” (no vamos a ser mal pensadas, no vamos a suponer que existen en el anuncio connotaciones histórico-misóginas del estilo del suponernos “histéricas”, esto es, manejadas como títeres por nuestras variaciones hormonales, nuestro útero), y la señora que bebe su leche de soja en la cubierta de un yate, a la que el atractivo compañero pregunta que por qué bebe siempre esa leche (pregunta normal, por cierto, dado el sabor no muy agradable de la misma). Ella mira a la cámara con aire de misterio y entorne de ojos digno de mejor causa y pronuncia las significativas palabras: “cosas de mujeres”. Ante lo cual, tanto el compañero como los espectadores/as del invento nos quedamos igual pero preferimos no demostrarlo. Sobre todo él, que la toma por el talle y simula unos pasos de vals en el navío motivados más por la pasta que cobra por el anuncio que por el sex-appeal que la soja proporciona a su señora. Porque el mensaje publicitario está clarísimo en este caso: la soja borra los supuestos “hoy no, me duele la cabeza”, “hoy no, no estoy de humor”(estoy premenstrual), “hoy no, estoy cansada”; todo eso que se atribuye al supuesto menor deseo sexual de las mujeres y yo creo se debe a la indolencia de nuestros hombres en ese tema, que siempre esperan se lo hagamos todo (ya hablaremos de eso en otros capítulos). La soja proporciona absoluta disponibilidad; felicidad, por tanto, para ella, que puede hacer feliz a su hombre a pesar de su avanzada edad y alejar a los fantasmas de su posible sustitución por otra mujer más joven. Curiosamente, esa mujer más joven está sujeta a las oscilaciones de sus ciclos y caprichos uterinos incluso más que la madura, pero no necesita soja (¿?¿).
Nos quedamos con el insistente mensaje de que la soja, por su aporte en isoflavonas ( fitoestrógenos) regula el flujo de hormonas femeninas, reduciendo los sofocos de la menopausia y la pérdida de minerales en los huesos.
Las mujeres que conocemos nuestras limitaciones hormonales sabemos que el deseo oscila según nuestros ciclos, y es normal. También los hombres tienen un receso, y de ello hemos hablado. Pero si la bajada de la libido de debe a la meseta hormonal del embarazo, todos los mensajes de las autoridades sanitarias te harán sentir una anormal: la tranquilidad que te da saber que no puedes quedarte embarazada (sic) debe hacer aumentar tu deseo (en serio, también vosotras habéis leído o escuchado con o sin sonrojo tan evidente memez). El climaterio no tiene por qué acabar con la vida erótica (estamos de acuerdo, pero tampoco creo que sea como para intensificarla, sobre todo si llevas treinta años con el mismo señor, y teniendo en cuenta que para nosotras no hay viagra).
Así podríamos continuar indefinidamente, pero no es el tema de hoy nuestra sexualidad. Sí lo es la supuesta eficacia de la soja. Parece demostrado que tiene ciertas propiedades terapéuticas, tanto para el hombre como para la mujer: regula la tasa de azúcar en la sangre, siendo aconsejada en diabéticos, se recomienda para prevenir problemas del corazón y del sistema circulatorio, reduce el colesterol, es preventiva de cáncer de próstata...
Pero ¿Es la panacea? ¿No será que hay muchos intereses comerciales en la soja? Un interesante artículo de Gustavo Duch Guillot,
director de Veterinarios sin Fronteras, se refiere precisamente a este tema. Voy a reproducirlo en gran parte, dado que su mismo autor pide su difusión:
“La soja es una oleaginosa que Europa, en la década de los 90, por acuerdos políticos con EE UU, dejó de cultivar y que se ha convertido en el ingrediente estrella de los piensos que alimentan a nuestra ganadería: cerdos, vacas, pollos, todos engordan a base de soja. Y en una proporción mínima se utiliza para cosas parecidas a lo apuntado por la ciudadanía. La soja es por encima de todo un forraje de precio muy competitivo. España es casi 100% dependiente de la soja que importa de Argentina, Brasil y Estados Unidos. Somos un país soja-dependiente, es decir, si se cierran los puertos a la entrada de soja, en dos días nuestro ganado se queda con los comederos vacíos y nosotros nos convertimos forzosamente en vegetarianos.

Sepan que toda o prácticamente toda es soja transgénica, siendo este factor una de las razones principales de su bajo precio, pues su producción está totalmente automatizada y no necesita campesinos. Se siembra con unos tractores-robot que inyectan la semilla, añaden el herbicida y le dan una palmadita en la espalda para que crezca alegre y frondosa. El herbicida que requiere (de la misma empresa que las semillas) se rocía con avionetas -que tienen dificultades para diferenciar cuándo pasan por un campo de soja o sobre algunas viviendas o personas paseando- y mata a todo lo que no sea soja: malezas, insectos de todo tipo, personas, fauna, contamina ríos y acuíferos, etcétera. Toda esta tecnología sólo se la pueden permitir las grandes agroindustrias que han desplazado a millones de campesinos (han comprado baratas sus tierras, les han extorsionado con el beneplácito de las autoridades locales sobornadas o simplemente los han expulsado o destruido sus cosechas familiares).
Tanto resplandece la soja y tanta ambición genera que se están talando bosques primarios, selva amazónica y otros enclaves de un valor biológico insustituible para nuestro planeta. La planta de la soja es inocente. Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay sufren un modelo capitalista neoliberal que les ha conducido a ser simples productores de una materia prima para los países que nos alimentamos en proporciones demasiado altas de alimentos de origen animal. Los campesinos que ahora malviven en las villas miseria latinoamericanas o han salido a la emigración, los que han muerto rociados de venenos agrotóxicos o asesinados por su lucha son las víctimas. Nosotros, los consumidores, encontramos la carne a precios muy accesibles. Desconocedores de la realidad, somos en parte corresponsables y en parte víctimas: la agroindustria intensiva que funciona a base de soja nos garantiza nuestra alimentación pero ha dejado al medio rural español sin campesinos, con aguas y suelos contaminados, ríos muertos, etcétera. Nuestros impuestos se dedican a corregir estos problemas medioambientales y a paliar el coste sanitario que supone el aumento de enfermedades relacionadas con una mala dieta: sobrepeso, obesidad, enfermedades cardiovasculares, etcétera. Y sólo ganan los dueños del capital que, como sabemos, no tienen alma pero sí estómago: se alimentan de personas. Caníbales con enormes fortunas”.

lunes, julio 17, 2006

CONSTRUYENDO UNA VIDA


Para mis amigos
No pretendo hacer una crítica de cine, sino una valoración personal. He visto una película maravillosa, "Bajo el sol de la Toscana". Tenía mucho interés en verla desde que una amiga se acordó de mí viéndola, y sucedió también la casualidad que el chico que me invitó a verla en su particular multicines también me la recomendó al conocerme.
La protagonista es una mujer que ve su vida hundirse cuando se separa y el azar la hace ir a la Toscana y comprar una casa preciosa donde construye sin apenas darse cuenta una nueva vida. Os la recomiendo. Es una película optimisma donde podemos vernos reflejados en mayor o menos medida, sobre todo los que hemos tenido que cambiar de vida por una u otra circunstancia.
La protagonista ve su mundo hundirse cuando le dice su marido que nunca la quiso. Seguramente pensó que todos esos años con él habían sido inútiles, una farsa, que no le quedaba nada por lo que vivir. Entonces unas amigas le regalan un viaje por la Toscana italiana. Los paisajes luminosos y alegres ya presagian el cambio que puede dar una vida cuando las circunstancias ayudan.
A ella le ayudaron muchas personas. Primeramente sus amigas que no querían verle en constante estado de abatimiento, después un buen hombre del pueblo que no tenía otro interés que obrar como únicamente sabía hacerlo. También hay una señora maravillosa poco convencional, un grupo de trabajadores honrados que le acompañan en sus días, un amante casual...
Yo también he visto mi mundo hundirse varias veces, y veo que también existen a mi alrededor esas personas que me ayudan. La amiga poco convencional que me ha animado a escribir, el amigo que sé que me va a escuchar incluso si no tengo ganas de hablar, los compañeros que con una palabra amable le dan al día el color positivo que no veía... o la amiga sensata que me empuja a mi propia Toscana. También personas nuevas que conoces y que te aportan vitalidad y optimismo.
Hablando incluso con desconocidos me doy cuenta que todos tienen su historia y que la mía no es la mejor de todas, pero tampoco la peor ni la única. Que todos sufrimos y que todos podemos reconstruirnos. Es cuestión de estar atenta y escuchar, asimilar lo que te es útil, comprender que todos somos iguales y a la vez distintos, tener humildad para saber que no lo sabes todo y valorar lo que los otros te pueden aportar.
Y al final, como le ocurrió a la protagonista de la película, mis amigos me hacen reconocer que tengo muchas cosas, que seguramente tengo lo que deseo sin saberlo.
Y a los cuarenta y cuatro años se puede seguir aprendiendo de una misma y de los demás, construyendo una nueva vida en la que sea agradable vivir sola, en compañía de mis hijos, amigos y seguramente de alguien más.

miércoles, julio 05, 2006

Quien dice 45, también puede decir 50, ó 60


Juana me ha pasado este inapreciable texto, de Santiago Gamboa, escritor colombiano. Creo que no se puede expresar mejor, pero tengo un par de objeciones, que anotaré en los comentarios.

“Las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto. Hoy tienen cuarenta y pico, incluso cincuenta y pico, y son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas, y sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace tan humanas, tan reales. Hermosamente reales.

Casi todas, hoy, están casadas o divorciadas, o divorciadas y vueltas a casar, con la idea de no equivocarse en el segundo intento, que a veces es un modo de acercarse al tercero, y al cuarto intento. Qué importa...
Otras, aunque pocas, mantienen una pertinaz soltería y la protegen como una ciudad sitiada que, de cualquier modo, cada tanto abre sus puertas a algún visitante. Qué bellas son, por Dios, las mujeres de mi generación!

Nacidas bajo la era de Acuario, con el influjo de la música de Los Beatles, de Bob Dylan... Herederas de la "revolución sexual" de la década del 60 y de las corrientes feministas que, sin embargo recibieron pasadas por varios filtros, ellas supieron combinar libertad con coquetería, emancipación con pasión, reivindicación con seducción. Jamás vieron en el hombre a un enemigo a pesar de que le cantaron unas cuantas verdades, pues comprendieron que emanciparse era algo más que poner al hombre a trapear el baño o a cambiar el rollo de papel higiénico cuando éste, trágicamente, se acaba, y decidieron pactar para vivir en pareja, esa forma de convivencia que tanto se critica pero que, con el tiempo, resulta ser la única posible, o la mejor, al menos en este mundo y en esta vida.

Son maravillosas y tienen estilo, aún cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan. Usaron faldas hindúes a los 18 años, se cubrieron con suéteres de lana y perdieron su parecido con María, la virgen, en una noche loca de viernes o de sábado después de bailar . Se vistieron de luto por la muerte de Julio Cortázar, hablaron con pasión de política y quisieron cambiar el mundo, bebieron ron cubano y aprendieron de memoria las canciones de Juan y de Pablo.

Adoraban la libertad, algo que hoy le inculcan a sus hijos, lo que nos hace prever tiempos mejores, y, sobre todo, juraron amarnos para toda la vida, algo que sin duda hicieron y que hoy siguen haciendo en su hermosa y seductora madurez. Supieron ser, a pesar de su belleza, reinas bien educadas, poco caprichosas o egoístas, diosas con sangre humana. El tipo de mujer que, cuando le abren la puerta del carro para que suba, se inclina sobre el asiento y, a su vez, abre la de su pareja desde adentro.

La que recibe a un amigo que sufre a las cuatro de la mañana, aunque sea su ex novio, porque son maravillosas y tienen estilo, aún cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan, pues su sangre no es tan helada como para no escucharnos en esa necesaria y salvadora última noche en la que están dispuestas a servirnos el octavo whisky y a poner, por sexta vez, esa melodía de Santana.

Por eso, para los que nacimos entre las décadas del 40, 50 y 60, el día de la mujer es, en realidad, todos los días del año, cada uno de los días con sus noches y sus amaneceres, que son más bellos, como dice el bolero, cuando estás tú.

¡Qué bellas son, por Dios, las mujeres de mi generación! Y si es más de 45....
A medida que avanzo en edad, valoro las mujeres que tienen más de cuarenta y cinco, más que a cualquiera. Aquí hay algunas razones de por qué.
Una mujer de más de 45 nunca te va a despertar en la mitad de la noche para preguntarte "Qué estás pensando?". No le interesa lo que estás pensando.

Si una mujer de más de 45 no quiere mirar un partido de football ella no da vueltas alrededor tuyo. Se pone a hacer algo que ella quiere hacer y generalmente es algo mucho más interesante. Una mujer de más de 45 se conoce lo suficiente como para estar segura de sí misma, de lo que quiere, y de con quién lo quiere, son muy pocas las mujeres de más de 45 a las que les importa lo que tú pienses de lo que ella hace.

Una mujer de más de 45 ya tiene cubierta su cuota de relaciones "importantes" y " compromisos". Lo último que quiere en su vida es otro amante posesivo. Las mujeres de más de 45 están dignificadas. Es muy raro que entren en una competencia de gritos en el medio de la ópera o en el medio de un restaurante caro. Por supuesto que si piensan que te lo mereces no van a dudar en dispararte un tiro.

Las mujeres de más de 45 son generalmente generosas en alabanzas Ellas saben lo que es no ser apreciadas lo suficiente. Las mujeres de más de 45 tienen suficiente seguridad en sí mismas como para presentarte a sus amigas. Una mujer más joven puede llegar a ignorar hasta a su mejor amiga.
Las mujeres se vuelven psíquicas a medida que pasa el tiempo. No necesitas confesar tus pecados, ellas siempre lo saben. Son honestas y directas. Te dicen directamente que eres un imbécil si es lo que sienten sobre ti.
Tenemos muchas cosas buenas que decir de las mujeres de más de 45 y por múltiples razones. Lamentablemente no es recíproco.
Por cada impactante mujer de más de 45, inteligente, bien vestida, sexy, hay un hombre de más de 50.... pelado, gordo, barrigón y con pantalones arrugados haciéndose el gracioso con una chica de 20 años.
Señoras, les pido perdón por ello....