Otra vez los medios de comunicación se han hecho eco del “gran” logro de la pasarela Cibeles. Cinco modelos han sido rechazadas por no dar la talla: no llegaban a la mágica cifra de 18 de IMC.
Parece bien que se excluya a las modelos excesivamente delgadas. Lo que ya no parece tan bien es que se considere que una modelo con un índice de 18 no lo está, porque se trasmite esa idea a la opinión pública: que 18 es un índice de masa corporal normal. Y no lo es en absoluto.
Por supuesto, todo el mundo puede saber, a poco que se informe o se lea el ticket de la báscula de su farmacia, que un índice normal es aquel que se sitúa entre 20 y 25. Pero es que 18 es una cifra muy próxima a 20. Y se puede pensar que la diferencia consistirá en dos o tres kilos. Pero es mucho más grande. Lo voy a explicar poniéndome a mí misma como ejemplo, cosa que, como todo el mundo sabe, me encanta (no penséis que es por egocentrismo, es por comodidad: no tengo que ir a investigar más lejos):
Tengo un peso, más o menos estable, de 50 kgs., y una estatura de 1,60. Mi IMC es de 20 exactamente. Hace 10 años sufrí una anorexia nerviosa, no por querer estar más delgada, pero ese será otro tema. Pues bien. Con la misma estatura, evidentemente, puesto que ya hace muchos años que no crezco, y con 40 kgs. de peso, mi IMC era de... ¡18! O sea, que una variación de dos unidades en el IMC corresponde a la quinta parte de mi peso corporal.
Con 40 kgs. yo era un esqueleto ambulante. Una modelo de 1,80 puede aumentar bastante esa diferencia de 18 a 20 en ¡15! kgs.
Por tanto, el mensaje que trasmite a la sociedad la pasarela Cibeles es muy pernicioso, a pesar de sus buenas intenciones. No son muchas las modelos que tienen que rechazar, y en cambio se consigue muy buena publicidad gratuita. Por supuesto, los medios de comunicación han reaccionado investigando a fondo si ese mensaje es correcto. ¿No?
Pues no. Todos han alabado la iniciativa sin cuestionarla lo más mínimo.
Pero no os preocupéis. La publicidad en general sigue patrocinando el modelo estético del fideo, pero no hay que pasar hambre, no, ni caer en la anorexia: basta con llamar a nuestra amiga la Corporación Dermoestética, que ahora mismo pasa un odioso anuncio en el que se ve a una vendedora de tienda tonta de ropa que le dice a una pobre clienta que no hay talla allí para ella: “quizá en tallas especiales...”.
Por cierto, en una clínica de estética de Barcelona acaban de morir dos mujeres jóvenes tras sendas operaciones de reducción de abdomen y aumento de mamas (las dos ambas cosas). ¿No son tan víctimas esas pobres mujeres como las adolescentes anoréxicas de la obsesión por el físico?
Imagen gentileza de con esta boca en este mundo, de un montaje teatral, RÉQUIEM NUPCIAL de Marta Paccamici.
Parece bien que se excluya a las modelos excesivamente delgadas. Lo que ya no parece tan bien es que se considere que una modelo con un índice de 18 no lo está, porque se trasmite esa idea a la opinión pública: que 18 es un índice de masa corporal normal. Y no lo es en absoluto.
Por supuesto, todo el mundo puede saber, a poco que se informe o se lea el ticket de la báscula de su farmacia, que un índice normal es aquel que se sitúa entre 20 y 25. Pero es que 18 es una cifra muy próxima a 20. Y se puede pensar que la diferencia consistirá en dos o tres kilos. Pero es mucho más grande. Lo voy a explicar poniéndome a mí misma como ejemplo, cosa que, como todo el mundo sabe, me encanta (no penséis que es por egocentrismo, es por comodidad: no tengo que ir a investigar más lejos):
Tengo un peso, más o menos estable, de 50 kgs., y una estatura de 1,60. Mi IMC es de 20 exactamente. Hace 10 años sufrí una anorexia nerviosa, no por querer estar más delgada, pero ese será otro tema. Pues bien. Con la misma estatura, evidentemente, puesto que ya hace muchos años que no crezco, y con 40 kgs. de peso, mi IMC era de... ¡18! O sea, que una variación de dos unidades en el IMC corresponde a la quinta parte de mi peso corporal.
Con 40 kgs. yo era un esqueleto ambulante. Una modelo de 1,80 puede aumentar bastante esa diferencia de 18 a 20 en ¡15! kgs.
Por tanto, el mensaje que trasmite a la sociedad la pasarela Cibeles es muy pernicioso, a pesar de sus buenas intenciones. No son muchas las modelos que tienen que rechazar, y en cambio se consigue muy buena publicidad gratuita. Por supuesto, los medios de comunicación han reaccionado investigando a fondo si ese mensaje es correcto. ¿No?
Pues no. Todos han alabado la iniciativa sin cuestionarla lo más mínimo.
Pero no os preocupéis. La publicidad en general sigue patrocinando el modelo estético del fideo, pero no hay que pasar hambre, no, ni caer en la anorexia: basta con llamar a nuestra amiga la Corporación Dermoestética, que ahora mismo pasa un odioso anuncio en el que se ve a una vendedora de tienda tonta de ropa que le dice a una pobre clienta que no hay talla allí para ella: “quizá en tallas especiales...”.
Por cierto, en una clínica de estética de Barcelona acaban de morir dos mujeres jóvenes tras sendas operaciones de reducción de abdomen y aumento de mamas (las dos ambas cosas). ¿No son tan víctimas esas pobres mujeres como las adolescentes anoréxicas de la obsesión por el físico?
Imagen gentileza de con esta boca en este mundo, de un montaje teatral, RÉQUIEM NUPCIAL de Marta Paccamici.
1 comentario:
Mira tú, pues me voy a enterar de cómo se calculaba el dichoso índice de masa corporal. No son tanto las pasarelas, pienso yo, por mucho que se les eche la culpa, sino el tipo de mujer que escogen para protagonistas de series, películas, anuncios, etc.
Lo que me fascina es que la anorexia esté afectando tanto ahora y que no hubiera habido una epidemia en los 60, cuando apareció Twiggy. ¿Quizás las generaciones anteriores tenían otra conciencia de su propio cuerpo y no sentían tanto la necesidad de identificarse con los modelos de mujer que veían en la publicidad y la televisión, o es que tampoco estaban tan rodeadas de esos modelos como están ahora, con el bombardeo mediático diario?
Doris Lessing decía: "Cuando yo era joven, encontraba mi cuerpo bonito. La mayoría de nosotras estábamos a gusto con nuestros cuerpos. El descontento femenino con el propio cuerpo es una enfermedad reciente".
Olé tus ovarios por hablar de tu experiencia personal. Nada que ver lo que eras con cuarenta kilos con lo que eres ahora.
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