martes, agosto 29, 2006

EL ESTRÉS POSTVACACIONAL


Sucede en estos tiempos en que escribimos y opinamos demasiado que encontramos a menudo ideas contradictorias sobre un mismo tema. Y lo que es peor, tendencias de opinión contradictorias. Pero yo observo, y no soy la única, que hay un espíritu proteccionista en todas las tendencias. Y valgan como ejemplo las que ahora quería yo comentar.
Nuestros ilustres próceres, a los que supongo motores y guías en todas las campañas de opinión que se orquestan a través de todos los medios de comunicación: propaganda institucional explícita, campañas para la concienciación del pobrecito ciudadano, entrevistas con individuos/as que sospechosamente coinciden con las anteriores... tratan últimamente de educarnos de dos maneras diferentes en apariencia, pero idénticas en el fondo. Nada es problema para llevar una vida sana por dentro y por fuera; si no eres feliz es que eres un incapaz.
Así nos vemos los pobres adultos, pongamos por caso, abocados en nuestra ancianidad a practicar deporte y a practicar sexo, porque es la edad en que todo puede hacerse, y además, añadiría yo, sin “control”, lo que supone una ventaja añadida. Y así también escuchamos y leemos pautas para sobrellevar sin traumas e inteligentemente el estrés postvacacional. Cada vez que escucho a la locutora de turno que, con la misma voz e inflexión de tono, con los invariables “y es que...” y “eso sí”, nos aconsejan que en el temible mes de septiembre sigamos saliendo, mirando a los ojos a nuestra pareja, hagamos ejercicios de relajación cada 60’ y chorradas por el estilo, aparte de visitar incluso a un psicólogo (sic) si el hundimiento es muy grave, recurrir (oh, panacea) a la práctica deportiva, evitar el consumo de grasas y alcohol (¡...!)... cada vez que la escucho, o leo la columna correspondiente en el semanal del último domingo de agosto, me pregunto: ¿creen en serio los másters de opinión en la eficacia de estas y otras no menos absurdas campañas?
Porque lo miremos por donde lo miremos no resulta posible: si eres persona de natural sensato e inteligente te indignarás por la evidente presunción de enanez mental. Si eres de coeficiente intelectual más bien escasillo acabarás naufragando tu felicidad en la prosecución de las siempre mismas en invariables pautas, sin percatarte de que practicar el coito con el mismo espíritu, técnica, dedicación y espíritu de sacrificio con el que practicas deporte no hace la felicidad, que el ser abstemio o fanático de la dieta sana tampoco, que no te lo vas a pasar genial en el curro por cargar con la botella de agua y ponerte a estirar piernas y cuello cada media hora ni te vas a llevar mejor con tus compañeros por rotar rítmicamente los tobillos.
Lo que creo que notamos todos, tengamos las neuronas que tengamos, es que nos tocan las partes íntimas con tanto proteccionismo. Para fingir que se preocupan de forma incesante por nuestra salud física y mental inventan incluso esto del estrés postvacacional. ¡Si todos conocemos personas que esperamos el mes de septiembre para descansar de nuestras vacaciones! Cierto que el regreso al trabajo, o mejor, a la forma de vida ordinaria, plantea determinados problemas que se podrían evitar o no de manera fácil:
El primero y principal: encontrar el piso hecho un asquito. Ten contratada de antemano a la asistenta.
El segundo y secundario: no hay víveres a la vista. Relájate y no corras. A todos nos pasa igual, y Carrefour está atestado. Yo que tú habría dejado algo en la nevera, pero si no, tira de pizzería.
El tercero son los suegros y los niños. Si tu suegra te trata de ayudar, adelante, hazla feliz. Cancela el pedido de telepizza. Y no te sientas culpable por dejar a los peques mucho tiempo frente a la pantalla. Acaban de pasarse un mes sin asomarse a ella.
Y el cuarto, claro es el trabajo. Pero digo yo que el único problema que puede plantear el trabajo es la hora de levantarse. De levantarse a la misma hora a la que llevas un mes entero acostándote: un verdadero jet-lag, lo demás son tonterías. Porque seguro que agradeces descansar de tanta vida de crápula. Aunque solo sea la primera semana. Y tendrás que hacer vida sana además. Pero no te costará ningún trabajo, porque tu estómago exige un descanso. Y por fin tendrás tiempo para el deporte y el sexo. Y tus compañeros... ¿a que son majísimos? ¿no? Pues los míos sí. Para que veas que no es nada terrible el mes de septiembre.
Y si con todo esto sigues dudando, siempre tienes los libros de autoayuda, mucho más baratos que el psicólogo e igual de ineficaces. Por cierto, de ellos hablaremos en capítulos aparte.

1 comentario:

Mar dijo...

Yo tengo libertad para escoger vacaciones y las reparto por semanas durante todo el año; una semana aquí, otra más adelante...porque lo prefiero, es cierto que un mes entero de vacaciones te acaba hastiando, te cambia el ritmo y luego once meses currando sin ningún respiro se te hacen eternos. Yo en septiembre no enciendo la tele sólo por ahorrarme los 42.727 anuncios de fascículos IMPRESCINDIBLES (sin los cuales DEBES CONSIDERARTE INCAPAZ DE EDUCAR A UN HIJO, po' dio') que caen este mes. En cuanto a la radio...sólo de noche, gracias. Es cierto que por las mañanas parece a veces la lotería de las obviedades.