martes, agosto 01, 2006

AMAR A PARTIR DE LOS CUARENTA

Se me ocurrió escribir este artículo a partir de la lectura de dos textos para mí igualmente interesantes, un artículo de Rosa Montero y una carta de Monse, y a partir de mis propias y recurrentes reflexiones sobre el tema.
Monse y yo somos personas que nos hemos equivocado varias veces en nuestras elecciones sentimentales, que hemos llevado trayectorias vitales muy paralelas en ese sentido, aunque aparentemente somos muy diferentes la una de la otra. Yo diría que ella es una persona mucho más sólida y sensata que yo, pero en el terreno sentimental, quizá igualmente vulnerable.
Aquí entra el artículo de Rosa Montero. Después de afirmar en las primeras líneas que “.Muchos hombres y muchas mujeres se sienten instantánea y extrañamente atraídos por individuos psíquicamente inestables y además dañinos. No se trata, naturalmente, de una elección consciente, sino de un error tan repetitivo que termina siendo una costumbre.”, añade: “Se me ocurre que, cuanto más neurótico es uno, más se dispara este mecanismo. Es como si los desequilibrios se atrajeran mutuamente”. El artículo es interesante de principio a fin, pero nos quedaremos con estas frases y con una definitiva, casi del final: “en el amor (en la dolencia amorosa) casi nadie es sensato”. Y esto podría explicar como dos personas tan diferentes como mi amiga y yo hemos pasado por experiencias similares.
Cierto que para llegar a esa “dolencia amorosa” hay que tener un espíritu apasionado. Creo firmemente que hay personas incapaces de enamorarse de verdad.
Falso, creo yo, que el objeto de la obsesión dañina (todas las obsesiones lo son) al que alude Rosa Montero tenga que ser necesariamente psíquicamente inestable. Basta con que no sea conveniente, basta con que sea dependiente, absorbente.
Falso, creo yo, que haya que ser neurótico o neurótica para enlazar siempre la vida con la de la persona inconveniente. Pero quizás sí haya que tener alguna determinada característica si una vez y otra vez te enamoras del mismo tipo de persona que ya ha demostrado que no puede hacerte feliz, cuando no te ha hecho daño claramente. Monse habla de un exceso de sensibilidad, y en cierto modo eso sería una neurosis. Pero no creo que eso lo explique todo.
¿La madurez puede corregir una trayectoria sentimental desgraciada? Es posible. Veo mujeres, sobre todo mujeres, que somos capaces de alejarnos ya de prejuicios, que con la edad damos mínima importancia a las opiniones de los demás y valoramos sobre todo nuestra estabilidad, que somos capaces de corregir esa tendencia. Y veo mujeres que justo cuando llega ese momento se desmoronan. Y es explicable. Son, por lo que yo conozco, mujeres que han estado aguantando un único matrimonio y no han sido felices en él. Mujeres aparentemente estables, pero que no tienen vida suficiente en su interior (y no significa eso que no tengan valores, sino que siempre han sacrificado sus expectativas a las de su pareja o hijos) para llevar una vida en solitario. Hay una obra dramática de Antonio Gala, “Las manzanas del viernes”, sobre una mujer madura que vive su último amor (su último amor, creo yo, porque ella piensa que es el último) de una forma absurda y patética. Hay casos así alrededor, que todos conocemos. Era especialmente desagradable porque la protagonista, interpretada por Concha Velasco, que estaba sobreactuada, era un caricatura de mujer. A veces al pasar de los cuarenta llegamos a un equilibrio con nosotros mismos, nos vemos desde nosotros, no a través de los ojos de otra persona o de las personas que nos rodean. Este es uno de los logros más importantes de la madurez. Querernos. No amar el daño.

1 comentario:

Monse dijo...

Estuve en un concierto de Chenoa y antes de cantar una canción la justificó diciendo que hay momentos en que el amor te trae loca y estás hecha un lío entre lo que piensas que debes hacer y lo que haces. La canción se titula "enamorada del dolor". Más gráficamente no se puede decir, en una relación dañina con la persona no apropiada, que te ha enganchado seguramente por carencias propias, terminas enamorada del dolor, porque esa relación te está matando poco a poco.
Quizás por ello, cuando has salido y has abierto los ojos, y ves que has pasado por varias elecciones equivocadas de pareja, te da un miedo atroz volver a equivocarte, volver a enamorarte.
Ahora estoy en la etapa de interiorizar, de verme con mis propios ojos para aprender de mis errores y no renuncio ni a los hombres ni a un posible romance futuro. Pero sí espero haber aprendido lo suficiente de mí para esta vez elegir bien, y no dejarme llevar únicamente por los sentimientos, sino por un corazón inteligente.